El staff reducido pero aún lisérgico se congratula de compartir con todxs ustedes, amables lectorxs de este su blog, el articulo que analiza a las mujeres que aporrean los parches publicado en la revista Queer "Una buena barba" de Marta G. Franco. Aunque en el articulo falten nombres como Cindy Blackman -batería de lenny Kravitz- Dee Plakas de L7, Samantha Maloney...Yeah!
Hay quien piensa que el mundo no necesita otro artículo sobre “mujeres que...”, que ya está bien de hacernos destacar sólo por una adscripción de género, que en todo caso mola celebrar la cultura feminista y no segregar a las personas según los esquemas binaristas que queremos superar. Puede que tengan razón, pero también es cierto que queda mucho por hacer.
Todxs podemos citar a mujeres músicas que han tenido éxito y reconocimiento dentro de grupos mixtos, pero sigue costando más pensar en muchas que hayan destacado tocando la batería. Incluso se me ocurren unos cuantos grupos míticos de riot grrrls en los que hay chicos llevando las baquetas: Hello Cuca, la última formación de Hole, las Slits en la mitad de sus reencarnaciones, Penne Wanna Have... no estoy diciendo que estos chavales no sean feministas a tope, sino que parece haber algún tipo de problema sistémico en este asunto.
El motivo puede ser que la percusión es el trabajo más físico y el que menos da para el lucimiento en una banda: recordemos que las tías empezaron a rocanrolear como cantantes y aún hoy a menudo se les hace hueco porque quedan muy bien en escena. Probablemente la carga de asertividad, fuerza e insistencia que lleva asociada la batería no haya ayudado tampoco. Es un instrumento ruidoso, enérgico y primitivo que suele marcar los tiempos; nada hacia lo que una señorita deba sentirse inclinada según las pelis de Disney.
También pesa la falta de referentes: hay pocas baterías con las que las niñas pueden decir “¡eh, de mayor quiero ser como ella!”, o las hay pero falta visibilizarlas, y en eso estamos. Como quien dice que sólo será postfeminista en un mundo postpatriarcal, yo digo que sólo borraré este texto cuando el hecho de que una chica toque la batería, y lo haga bien, deje de ser motivo de sorpresa
o burla. Me temo que tiene por delante mucha vigencia.
Comenzamos nuestro recorrido con una mujer estadounidense llamada Karen Carpenter. A Karen se la recuerda como la chica dulce que cantaba junto a su hermano en The Carpenters, ese grupo de melodías pastelosas dignas de Kiss FM (“We’ve Only Just Begun” y “They Long To Be Close To You” fueron sus dos hits).o burla. Me temo que tiene por delante mucha vigencia.
Sin embargo basta buscar en Youtube para apreciar que era una fantástica batería, sobre todo viendo cómo se las gasta en las actuaciones de la primera parte de su carrera, más yeyés y rozando el virtuosismo garagero. Aunque ella se consideraba “una batería que canta”, el público prefirió encasillarla en el papel de chica mona, perfectamente empaquetado en un personaje público cuyos hobbies eran cocinar, hacer punto y coleccionar peluches, mejor que recordarla como alguien capaz de redoblarse a sí misma (busca el vídeo del especial televisivo de 1976 para flipar). De hecho, se dejó ganar por la presión de ser la perfect housewife hasta el punto de que murió con 32 años debido a complicaciones asociadas a la anorexia que había sufrido desde que empezó su carrera.
Así que como primer referente de empoderamiento tendremos que elegir a otra: Maureen “Moe” Tucker, batería de la Velvet Underground y pionera del concepto de mujer-instrumentalista-en-un-grupo-de-rockn-roll (frente al mucho más común front-woman aka niña-mona-que-canta). Llamaba la atención porque tenía una técnica bastante peculiar y siempre tocaba de pie para poder usar el bombo como si fuera un plato, ya que odiaba el sonido centelleante que según ella sobresalía demasiado.
Usaba mazas en vez de baquetas y a veces hasta ponía el bombo en horizontal para maltratarlo con ellas. Aportaba el toque crudo y salvaje a las canciones de la Velvet, esa dureza suave que se pega al estómago, el ritmo ágil de las canciones más amables y el denso de los pasajes heroinómanos. También es la voz de las bonitas “After Hours “y “I’m Sticking With You”.
Supo abandonar el barco a tiempo y cuando la Velvet se convirtieron en una caricatura de sí mismxs se puso a currar en Wal-Mart y vivió alejada de las estridencias de rock n roll star. Se dedicó a la cadena de supermercados entre 1971 y 1989, momento en que descubrió felizmente que se gana más dinero haciendo giras con reuniones de la Velvet y otros grupos.
La siguiente parada la hacemos en el Londres de la explosión punk de fi nales de los 70. Paloma Romero, más conocida como Palmolive, huyó de Málaga para buscar vidas más divertidas, las encontró de todos los tipos y de paso inventó una forma de tocar la batería fresca, cero pretenciosa y muy histriónica. Palmolive fue co-culpable del sonido descacharrante y destartalado de las Slits, hasta que las dejó porque no le gustaba la portada del elepé Cut (con razón, es horrible).
Usaba mazas en vez de baquetas y a veces hasta ponía el bombo en horizontal para maltratarlo con ellas. Aportaba el toque crudo y salvaje a las canciones de la Velvet, esa dureza suave que se pega al estómago, el ritmo ágil de las canciones más amables y el denso de los pasajes heroinómanos. También es la voz de las bonitas “After Hours “y “I’m Sticking With You”.
Supo abandonar el barco a tiempo y cuando la Velvet se convirtieron en una caricatura de sí mismxs se puso a currar en Wal-Mart y vivió alejada de las estridencias de rock n roll star. Se dedicó a la cadena de supermercados entre 1971 y 1989, momento en que descubrió felizmente que se gana más dinero haciendo giras con reuniones de la Velvet y otros grupos.
La siguiente parada la hacemos en el Londres de la explosión punk de fi nales de los 70. Paloma Romero, más conocida como Palmolive, huyó de Málaga para buscar vidas más divertidas, las encontró de todos los tipos y de paso inventó una forma de tocar la batería fresca, cero pretenciosa y muy histriónica. Palmolive fue co-culpable del sonido descacharrante y destartalado de las Slits, hasta que las dejó porque no le gustaba la portada del elepé Cut (con razón, es horrible).
También de los devaneos antimelódicos con los que las Raincoats iniciaron un acertado tránsito: del post-punk conformista a caminos menos explorados, más reggaes, más locos.
Nada haría presagiar que poco después se iría de viaje a la India y a la vuelta se casaría y abrazaría el catolicismo. Dicen que vive en Estados Unidos y tiene un grupo con el que ha reescrito sus antiguas letras para que todos los estribillos rimen con “amén”.
Preferimos quedarnos con la imagen que vemos en “Los punks”, un documental de TVE de 1978 con aspiraciones antropológicas, en el que cuenta como componente de “Las Rajitas” cómo veía el movimiento londinense de una forma encantadora. En aquellos momentos ella era joven, descarada y pasaba de todo; era punk y tocaba la batería, ¿qué más se puede pedir?
Siguiendo su estela, de forma ética o estética, vinieron luego todas las riot grrrls. No por militar en grupos sólo de chicas quiero dejar de citar a las maravillosas Janet Weiss de Sleater-Kinney (ahora toca con Stephen Malkmus, ex Pavement), Tobi Vail de Bikini Kill, Torry Castellano de las Donnas, Hannah Billie de The Gossip o Emma Gaze en Electrelane. Molan mil todas ellas, cada una en su estilo.
Vamos con una que no sabemos si existe pero marcó a una generación. Es Goo, que le da nombre al disco que Sonic Youth sacaron en 1990, uno de los más accesibles e icónicos de su trayectoria, el de la portada que muestra a una pareja de asesinxs en plan cómic. Kim Gordon, bajista y compositora sónica, le hizo una canción porque es una tía guay que se ríe de los chicos, se acuesta con quien quiere, lleva bragas verdes y, oh sí, toca la batería.
Para darle la importancia que se merece a nuestra amiga ¿imaginaria? contemos que Gordon por esta época iba por ahí dicienel punk y que este disco tuvo éxito a nivel MTV. Por cierto, incluye otro corte dedicado a Karen Carpenter en el que se la imaginan feliz en el cielo llevándole la sección rítmica a Janis Joplin y Elvis Presley. Entrañable. También en el 90 una mujer empieza a tocar la batería en uno de los grupos de indiepop más aclamados: lxs Pastels. Hay quien les considera el proyecto personal de Stephen McRobbie, ideólogo y héroe indie que se ha mantenido como líder del grupo durante veinte años, y la mayoría de la gente pasa por alto que Kristine Mitchell también toca en lxs Pastels desde el principio, y desde hace unos cuantos discos está muy activa en la composición de canciones.
Pero si queremos una leyenda indie con mayúsculas aquí viene Georgia Hubbley, de Yo La Tengo. El noise-rock de lxs de Hoboken no sería tan ruidoso, contundente, majestuoso ni catárquico sin la aportación de Hubbley. Lleva perfeccionando su técnica desde 1984 y es una delicia verla en directo.
De cualquier manera, la referencia más a mano que tienen desde hace unos años todas las chicas que quieren aprender a tocar la batería es Meg White, mitad de White Stripes. Una vez más se supone que el carismático es su ex marido y compa de banda, Jack, pero ella no se le queda atrás en glamour, interés y misterio.
Su forma de tocar se tacha mucha veces de simplista: mucho bombo, ritmos constantes o constantemente acelerados y poco más. Sin embargo no se le puede decir que no sea solvente, porque ella solita se echa encima toda la rítmica – que lxs White Stripes no tienen bajo ya lo sabéis todxs, ¿no? - y su discografía está llena de temazos bailables y saltables.
No es muy amiga de contar sus intimidades ni conceder entrevistas, pero esto es lo que dijo Jack White sobre quienes la critican: “Su feminismo y extremo minimalismo es demasiado para ser aceptado por algunos metalheads, ella puede hacer lo que aquellos con una gran habilidad técnica no pueden.” El montón de discos vendidos y lxs fans que cosecha también la avalan, faltaría más.
Terminamos con una apuesta para el porvenir:
Frankie Rose, una chica listísima que ha estado en tres de los grupos de indiepop más chulos que han salido de Nueva York en los últimos años. Primero las Vivian Girls, las reinas del reverb y el verano lo-fi , luego los www, más malrolleros y aterciopelados pero bien chulos, y de ahí a las Dum Dum Girls, que son las jefas de esta temporada en lo que a estribillos edulcorados y guitarras ramonianas se refi ere. Creíamos que seguía en esas pero no la hemos visto en el Primavera Sound con ellas. Es como si cada vez que su grupo se hace famoso fuera de Brooklyn lo dejara porque no quiere salir del barrio.
Y tengo ganas de saber qué es lo que maquina, o si está por fi n centrándose en su carrera como Frankie & The Outs, porque estoy convencida de que nos va a deparar momentos grandísimos.
Hasta aquí llego, ahora te propongo un ejercicio:
busca “drummer girl” en Google, verás cómo encuentras más fotos de tías semidesnudas sujetando baquetas de las que puedes soportar. Como decía, este artículo podría ser mucho más largo, cabe hacer mucha más arqueología y además habría que descentrarlo: sólo he hablado de pop y rock n roll anglófilo, pero me consta que hay muchas percusionistas que destacan en otras músicas y en otros mundos.
Para más información y aliento puedes empezar por la revista Tom Tom Mag, online o en papel pero lamentablemente sólo en inglés, cuya meta es contribuir a fortalecer la comunidad de mujeres bateristas de todo el mundo. En la web hay un montón de entrevistas chicas yankees jóvenes. A todas les preguntan cuánto tiempo tardaron en sentirse bateristas legitimadas y hay demasiadas que, con un par de discos grabados y habiendo girado por medio mundo (por ejemplo Ali Koehler, sucesora de Frankie en las Vivian Girls), dicen que aún no lo son. Todas coinciden en que han tenido que escuchar demasiadas veces frases del tipo “no lo haces del todo mal para ser una chica” o “guau, no esperaba que una tía pudiera tocar así la batería”.
Pongámonos brutas para terminar: vamos a darles a todos esos gilipollas con la baqueta en la boca. Oh yeah.
Nada haría presagiar que poco después se iría de viaje a la India y a la vuelta se casaría y abrazaría el catolicismo. Dicen que vive en Estados Unidos y tiene un grupo con el que ha reescrito sus antiguas letras para que todos los estribillos rimen con “amén”.
Preferimos quedarnos con la imagen que vemos en “Los punks”, un documental de TVE de 1978 con aspiraciones antropológicas, en el que cuenta como componente de “Las Rajitas” cómo veía el movimiento londinense de una forma encantadora. En aquellos momentos ella era joven, descarada y pasaba de todo; era punk y tocaba la batería, ¿qué más se puede pedir?
Siguiendo su estela, de forma ética o estética, vinieron luego todas las riot grrrls. No por militar en grupos sólo de chicas quiero dejar de citar a las maravillosas Janet Weiss de Sleater-Kinney (ahora toca con Stephen Malkmus, ex Pavement), Tobi Vail de Bikini Kill, Torry Castellano de las Donnas, Hannah Billie de The Gossip o Emma Gaze en Electrelane. Molan mil todas ellas, cada una en su estilo.
Vamos con una que no sabemos si existe pero marcó a una generación. Es Goo, que le da nombre al disco que Sonic Youth sacaron en 1990, uno de los más accesibles e icónicos de su trayectoria, el de la portada que muestra a una pareja de asesinxs en plan cómic. Kim Gordon, bajista y compositora sónica, le hizo una canción porque es una tía guay que se ríe de los chicos, se acuesta con quien quiere, lleva bragas verdes y, oh sí, toca la batería.
Para darle la importancia que se merece a nuestra amiga ¿imaginaria? contemos que Gordon por esta época iba por ahí dicienel punk y que este disco tuvo éxito a nivel MTV. Por cierto, incluye otro corte dedicado a Karen Carpenter en el que se la imaginan feliz en el cielo llevándole la sección rítmica a Janis Joplin y Elvis Presley. Entrañable. También en el 90 una mujer empieza a tocar la batería en uno de los grupos de indiepop más aclamados: lxs Pastels. Hay quien les considera el proyecto personal de Stephen McRobbie, ideólogo y héroe indie que se ha mantenido como líder del grupo durante veinte años, y la mayoría de la gente pasa por alto que Kristine Mitchell también toca en lxs Pastels desde el principio, y desde hace unos cuantos discos está muy activa en la composición de canciones.
Pero si queremos una leyenda indie con mayúsculas aquí viene Georgia Hubbley, de Yo La Tengo. El noise-rock de lxs de Hoboken no sería tan ruidoso, contundente, majestuoso ni catárquico sin la aportación de Hubbley. Lleva perfeccionando su técnica desde 1984 y es una delicia verla en directo.
De cualquier manera, la referencia más a mano que tienen desde hace unos años todas las chicas que quieren aprender a tocar la batería es Meg White, mitad de White Stripes. Una vez más se supone que el carismático es su ex marido y compa de banda, Jack, pero ella no se le queda atrás en glamour, interés y misterio.
Su forma de tocar se tacha mucha veces de simplista: mucho bombo, ritmos constantes o constantemente acelerados y poco más. Sin embargo no se le puede decir que no sea solvente, porque ella solita se echa encima toda la rítmica – que lxs White Stripes no tienen bajo ya lo sabéis todxs, ¿no? - y su discografía está llena de temazos bailables y saltables.
No es muy amiga de contar sus intimidades ni conceder entrevistas, pero esto es lo que dijo Jack White sobre quienes la critican: “Su feminismo y extremo minimalismo es demasiado para ser aceptado por algunos metalheads, ella puede hacer lo que aquellos con una gran habilidad técnica no pueden.” El montón de discos vendidos y lxs fans que cosecha también la avalan, faltaría más.
Terminamos con una apuesta para el porvenir:
Frankie Rose, una chica listísima que ha estado en tres de los grupos de indiepop más chulos que han salido de Nueva York en los últimos años. Primero las Vivian Girls, las reinas del reverb y el verano lo-fi , luego los www, más malrolleros y aterciopelados pero bien chulos, y de ahí a las Dum Dum Girls, que son las jefas de esta temporada en lo que a estribillos edulcorados y guitarras ramonianas se refi ere. Creíamos que seguía en esas pero no la hemos visto en el Primavera Sound con ellas. Es como si cada vez que su grupo se hace famoso fuera de Brooklyn lo dejara porque no quiere salir del barrio.
Y tengo ganas de saber qué es lo que maquina, o si está por fi n centrándose en su carrera como Frankie & The Outs, porque estoy convencida de que nos va a deparar momentos grandísimos.
Hasta aquí llego, ahora te propongo un ejercicio:
busca “drummer girl” en Google, verás cómo encuentras más fotos de tías semidesnudas sujetando baquetas de las que puedes soportar. Como decía, este artículo podría ser mucho más largo, cabe hacer mucha más arqueología y además habría que descentrarlo: sólo he hablado de pop y rock n roll anglófilo, pero me consta que hay muchas percusionistas que destacan en otras músicas y en otros mundos.
Para más información y aliento puedes empezar por la revista Tom Tom Mag, online o en papel pero lamentablemente sólo en inglés, cuya meta es contribuir a fortalecer la comunidad de mujeres bateristas de todo el mundo. En la web hay un montón de entrevistas chicas yankees jóvenes. A todas les preguntan cuánto tiempo tardaron en sentirse bateristas legitimadas y hay demasiadas que, con un par de discos grabados y habiendo girado por medio mundo (por ejemplo Ali Koehler, sucesora de Frankie en las Vivian Girls), dicen que aún no lo son. Todas coinciden en que han tenido que escuchar demasiadas veces frases del tipo “no lo haces del todo mal para ser una chica” o “guau, no esperaba que una tía pudiera tocar así la batería”.
Pongámonos brutas para terminar: vamos a darles a todos esos gilipollas con la baqueta en la boca. Oh yeah.
Hola!
ResponderEliminarGracias por reproducir el texto, me alegro de que guste ;)
Es cierto que hay grandes ausentes, pero tampoco podía extenderme mucho más... Por cierto, este lo habéis copiado de la revista y tiene alguna errata, en mi blog está revisado:
http://fuckmeimtwee.blogspot.com/2010/06/bang-drums-una-lista-de-mujeres-que.html
entre tanto chino no jabíamos visto tu comment. gracias por comentar!
ResponderEliminarsalud y erratas
yeah